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BIENES FUNDAMENTALES

Foto del escritor: PAUL TIPANLUISAPAUL TIPANLUISA

En sentido general, el bien aparece como lo que es conveniente para una cosa, lo que conviene a algo para que logre su fin. Una moto es mejor en la medida que cumple su finalidad, de igual modo que un edificio o un electrodoméstico. Y todo lo que contribuya a este fin es calificado como bueno, pues perfecciona al objeto. Que un edificio tenga ascensor y calefacción o que no las tenga, hacen al edificio mejor o peor. En su sentido ético, el concepto de bien es análogo al término más genérico.


El bien, en sentido ético, se definía ya en el primer capítulo del libro como aquello que contribuye a la perfección de la persona como tal, al desarrollo de su dimensión propiamente humana. Si el bien en sentido general es lo que perfecciona a un objeto, conforme a su naturaleza, el bien de la persona, el bien ético, es todo aquello que contribuye a la perfección humana, al florecimiento personal.


Este bien puede ser captado por la razón teórica, precisamente al estudiar lo distintivo de la persona. Pero además, y por el modo propio de ser de la persona, el bien ético es buscado por la razón práctica. O dicho de otro modo, un edificio no puede buscar por sí mismo lo que le perfecciona, pues es objeto inanimado, pero el ser humano está capacitado para buscar libremente lo que le hace mejor, para buscar su bien.


La vida es percibida por la razón como el primero de los bienes de la persona, pues sin él no sería posible ningún otro. La captación racional del bien de la vida humana da lugar a la necesidad de su defensa, ésta se percibe como una norma que la racionalidad práctica dicta a la voluntad, en definitiva, una norma ética. Y del mismo modo, la transmisión de la vida, hacia la que se dirige la tendencia sexual, se percibe como un bien de la persona


La belleza, el agrado y deleite que ésta produce, es percibida por la razón como otro de los bienes de la persona. Dada la importancia que tiene este bien humano, y su íntima relación con el juicio ético, la dimensión psico-afectiva será analizada con más detalle en el siguiente epígrafe. La posibilidad de disfrutar con lo bello y agradable es algo que hace más humana a la persona. Como se verá más detenimiento, el juicio ético es distinto del juicio acerca de lo agradable.


El bien, en sentido ético, es aquel que se alcanza libremente, cosa que no pueden hacer ni las máquinas ni los animales. El bien en la persona es aquello a lo que libremente tiende la voluntad, guiada por el juicio de la razón. El mal sería pues la ausencia de bien, o dicho de otro modo, el error en la decisión que lleva a escoger algo que realmente no contribuye a la excelencia humana sino a la deshumanización de la persona.


La verdad se presenta como el bien propio al que tiende el entendimiento humano. La curiosidad de la persona por conocer la realidad que la rodea (las modas, la historia, el origen del universo, etc.) e incluso por conocerse a sí misma, son evidencias que ponen de manifiesto que el conocimiento racional verdadero constituye un bien al que sólo el ser humano tiene acceso.


La sociabilidad, o las relaciones de respeto con los semejantes, constituye un bien humano en la medida en que se descubre y respeta la singularidad, unidad y, por tanto, la dignidad del resto de seres humanos. Este hecho refuerza lo dicho acerca de los demás bienes humanos.


La religiosidad supone una inclinación natural del ser humano y que también la razón descubre como un bien exclusivo de éste. Sólo el ser humano, y ningún otro animal, es capaz de deducir que el orden y la complejidad de la naturaleza y de su propia constitución psicosomática le han sido dadas, y busca conocer y relacionarse con el Autor de esta realidad. El misterio que este fenómeno supone para la razón humana la lleva a la búsqueda.


El respeto al medio ambiente constituye un bien humano precisamente porque lo contrario supone algo inhumano, que repugna a la razón.

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