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El proceso de toma de decisiones y la norma ética conocida como «regla de oro»

Foto del escritor: PAUL TIPANLUISAPAUL TIPANLUISA

Regla de Oro

«haz con los demás como quisieras que hicieran contigo»


En la tercera fase, en la que se pone en práctica la mejor elección, el criterio ético tiene mucho que ver con la fuerza de voluntad, con los hábitos del carácter o virtudes, pues se requiere poner todo el esfuerzo para actuar del mejor modo posible, resolviendo las dificultades prácticas que puedan presentarse. En el próximo epígrafe se estudiará cuál es la virtud fundamental que permite elegir prudencialmente, o con sabiduría práctica. Por último, en la fase de evaluación de los resultados vuelve a ser elemento básico contar con los propios implicados en la decisión tomada.


En síntesis, una toma de decisiones que considera la «regla de oro» ética, requiere por parte de quien decide capacidad de diálogo, ser capaz de escuchar y de explicar lo que sea necesario a lo largo del proceso de toma de decisiones. La honradez ética en el proceso de toma de decisiones implica realizar un juicio justo, que contribuya al bien común de la organización, y ser transparente con quien tiene derecho a conocer ese juicio, teniendo en cuenta aquellos elementos de valoración que aporten los implicados o afectados por la decisión.


En el ejemplo de la compra de nuevos ordenadores, aplicar la «regla de oro» supondría preguntar a los usuarios finales acerca de sus necesidades, incorporando como criterios de ponderación los que contribuirán al bien común de la organización y aquellos que éstos consideran importantes. Tener en cuenta estos criterios, y hacérselo saber a estas personas, incorpora equidad y transparencia en el proceso de toma de decisiones, lo que contribuye a que pueda llegarse a decisiones más eficaces, eficientes y éticas. Este proceso, en la medida en que es mejor puesto en práctica, es motor generador de confianza.


Al aplicar la «regla de oro», considerando a los implicados en la decisión como a uno mismo, poniéndose en su lugar, se está ponderando el valor que éstos tienen como seres humanos, su dignidad como personas. Ésa es la fuente de la que emana la regla de oro. Olvidar esta norma básica de conducta ética implicaría tomar decisiones poco conectadas con la realidad, por no contar con el hecho de que, en las organizaciones, se trabaja junto a otras personas y al servicio de personas. Como consecuencia de esta falta de realismo práctico, el olvido de la ética llevaría a la percepción de que no se cuenta con los demás, minando así la confianza en esas decisiones. Si se mina la confianza en las decisiones y en quienes deciden, se destruye la unidad en la organización, el sentido de equipo, se destruye tejido organizativo, que es el resultado de relaciones humanas estables, basadas precisamente en algún grado de confianza.

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