top of page

La acción humana y sus elementos constitutivos

Foto del escritor: PAUL TIPANLUISAPAUL TIPANLUISA

Como se ha visto, los sentimientos son importantes por la indudable influencia que tienen en el comportamiento. Los sentimientos pueden ir a favor o en contra del querer de la voluntad y, por tanto, facilitar o dificultar las acciones libres. Pero el dominio sobre los sentimientos por parte de la voluntad y la razón no está asegurado.


Aristóteles habla de un «domino despótico» de la voluntad sobre la musculatura, sobre lo corporal, para distinguirlo de un «dominio político» de la razón sobre los sentimientos, para referirse al hecho evidente de que no tenemos el mismo dominio sobre nuestros sentimientos que sobre el movimiento de la mano. Aristóteles utiliza la analogía del ciudadano libre al que se le puede enseñar a actuar en pro del bien de la ciudad, pero que necesita aprender y que de vez en cuando reacciona a su aire. Para Platón ésta es una de las características de la afectividad, que compara al gato doméstico, al que hay que amaestrar, pero que puede revolverse.


El dominio voluntario sobre los sentimientos es indirecto, a través de él, la intimidad racional educa las tendencias, las modula según sus criterios. Los sentimientos son buenos en sentido general, pues dan una riqueza al modo de ser humano que la hace única, pero no son ni buenos ni malos en sentido ético, son irracionales en su origen, y querer apasionadamente puede ser muy bueno, si lo deseado es bueno. Del mismo modo que enseñar con pasión, es llegar al corazón. Quien disfruta con lo que hace y lo transmite, genera un comportamiento atractivo, pero será bueno o malo, si la acción es buena o mala. En definitiva, los sentimientos serán buenos en la medida en que cooperen a acciones buenas, y a la inversa. De ahí que la acción humana deba estar guiada por el entendimiento y la voluntad.


Cuando alguien actúa simplemente guiado por las tendencias sensibles, por los sentimientos, deja de hacer uso de su libertad ética, actúa de modo inhumano, como lo haría un animal. En este sentido, ya los clásicos diferenciaban entre actos de la persona, Y los propiamente hablando: actos humanos para referirse a todas las acciones voluntarias en las que el sujeto se presenta como responsable (capaz de responder) porque es su autor. En este sentido, las acciones humanas son susceptibles de juicio ético, por haber entrado en juego el entendimiento y la voluntad.


La acción humana, lo es en la medida en que supone una decisión libre de la voluntad, motivada por una intención que puede ser más o menos racional y más o menos emocional. Dicho de otro modo, aunque la acción es una, en ella se puede distinguir una «intención» que es el resultado de un juicio querido de la razón, acerca de la conveniencia de actuar o no, y afectado a su vez por los sentimientos. Entendimiento, voluntad y afectividad intervienen pues en toda la acción. La intención marca la meta, el resultado o consecuencia pretendida con la acción.

19 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page